sábado, 28 de octubre de 2017

Muertes mongers parte 1.

A veces leo noticias que me dejan muy sorprendida. Esta historia escalofriante (escalofriante es un término que a menudo usan en EEUU pero que para mí no tiene ningún sentido, no suelo tener escalofríos salvo cuando tengo fiebre y evidentemente no me da fiebre leer historias de miedo) comienza cuando un señor danés que es inventor anuncia que ha conseguido fabricar un submarino QUE FUNCIONA con sus propias manos.


Le llamó Nautilus, como el del capitán Nemo (pero sin pulpo gigante)

El tipo en cuestión había construido muchos inventos antes y gracias a donaciones anónimas (WHAT? Dónde está esa gente que da dinero para construir submarinos caseros cuando se la necesita?) se fabricó una máquina de 17'8 metros de longitud (nunca sé usar la palabra ESLORA pero ojalá sí) que según él era "el submarino de fabricación privada más grande del mundo". NO TE JODE, como si hubiera más. (Espera, hay más submarinos de fabricación privada?!)


El señor inventor, con su cara de" BUENAZO" (esta gente escandinava no ha visto muchas pelis de sobremesa de la 3, si tiene toa la cara de malo)

Aparece en escena una periodista sueca que había trabajado para medios importantes tipo The New York Times y The Guardian pero como vamos a ver un poco más adelante esta experiencia no le hizo un poco más suspicaz (ni un poco ni nada, vaya, más simple que un palo) que quiere entrevistar al inventor y hacer un artículo sobre él.


La periodista, que yo creo que o le iba el rollito extremo o algo pasaba

Total, que él le dice que ok pero que se vaya con él en el submarino un tiempo y así conocerle pero bien. A ver, aquí viene lo primero ya rarito. Un tío al que no conoces de nada te invita a su casa a "entrevistarle" y es como si te dice que vais a ver una peli. ALGO PASA. NO VAIS A VER UNA PELI (niñas, entended eso cuanto antes y os ahorraréis momentos que yo no he tenido gracias al cine estadounidense). Mucho te tiene que interesar para que te vayas con él sola ahí a lo loco.

Pero es que no es a su casa. Es a su puto submarino casero. CASERO. Es una cosa que va debajo del mar pero que ha hecho él con sus manitas. Vamos, que si no te mata él porque es un psychokiller te mata el mar porque esa cosa tiene pinta de fallar más que una escopeta de feria.
Como ya he dicho, o tenían un lío (qué poca profesionalidad) o ella es que no veía mucho las cosas venir.


Mira qué japi la tía, sin olerse nada. Y a la prensa internacional que le hace la foto le parece todo bien normal, ella en pijama ahí toda una pofesioná (aunque nunca sabes cuando va peinada esta gente del mundillo, igual ese moño era tres horas de trabajo de pelu, no sé, no domino mucho el estilo homeless)

Total, que se marchan a "un día genial en el mar". Y ahí empiezan las cosas raras. Primero se dan cuenta de que la pava no ha vuelto a casa y ya sí sospechan un poquillo porque, claro, se ha ido con el tío raro ese y toda la historia.
Luego que si él dice que no está con él, que la ha dejado en una isla por ahí y que ella se ha bajado como quien se baja del bus. CLARO.
Luego que si se ha hundido el cacharro, que MENUDA SORPRESA eh? y la chati sin aparecer.

Pero es que ahora viene todo lo bueno: empieza a aparecer A TROCITOS. La chica, no el submarino. Primero torso y brazos que se sospecha que son suyos, y luego cabeza (este verano) confirmando.
Vamos, que algo le ha pasado (otra sorpresaza). Ahora el señor dice que se dio en la cabeza con algo accidentalmente y murió y la tuvo que tirar por la borda (¿?). Lo del troceo ya no lo explica tanto.
Total, que flipo mucho.




La moraleja de este post es "No te vayas a montar en algo que no conoces. Ni que sea un submarino ni que sea un millonario".

Y ya.

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